jueves, 13 de enero de 2022

PARANOIAS EN LA RED

 

Una amiga me envía uno de esos videos o reportajes que suelen aparecer en las redes sociales, profusamente ilustrados con imágenes exaltando a la rebeldía y a la movilización, tengan o no, esas imágenes, algo que ver con el tema del que se trata. Son llamadas de pretendidos movimientos sociales que se oponen a cualquiera de las insuficientes medidas con que los gobiernos aspiran a controlar la epidemia de COVID. Pretendidos movimientos sociales en cuyas primeras filas vemos a todas las organizaciones de extrema derecha.

El reportaje del que hablo, como la mayoría de los otros sobre este tema, clama por una libertad abstracta, sin objetivo concreto y, en consecuencia, fácilmente manipulable. Parece que no entienden los límites que una situación de alarma social plantea a las libertades individuales. No comprenden que saltarse las mínimas y timoratas medidas antiCOVID que dictan los gobiernos, no es un acto de libertad sino una agresión al cuerpo social, un acto digno de sociópatas. Si, por poner un ejemplo, me niego a vacunarme estoy dificultando el camino para alcanzar cierta inmunidad general a las consecuencias más graves de la pandemia. Será por esa razón que no concretan los objetivos de esa libertad que reclaman, concretarlos significaría evidenciar los réditos políticos que pretenden obtener de la desgracia.

Por otro lado, no les importa insultar a nuestros padres presentando sus falacias, las de esos pretendidos movimientos, como herederas de aquellas luchas, las de nuestros padres, por la mas que razonable y nada abstracta libertad política. Llegan a utilizar imágenes del desembarco en Normandía, de Gandhi, de Martin Luther King, del derribo del muro de Berlín… Iconos todos ellos de luchas con objetivos bien definidos, que nada tienen que ver con las folclóricas algaradas de esos pretendidos movimientos sociales. Cuando se reivindica la libertad como un objetivo, sin señalar para qué es necesaria, se está ocultado el uso que se piensa hacer con esa libertad. Es como hablar de los encantos del viaje para ocultar su destino. Ese tipo de artículos o reportajes nunca aportan alternativas que den solidez a la protesta y dejen entrever qué uso se dará a esa libertad. Alternativas que señalen alguna vía para superar la tremenda realidad de cientos de miles de personas muriendo a causa del COVID.

Semejantes proclamas son una invitación a confundir el tocino con la velocidad y, evidentemente, encaminadas a fomentar desinformación, malestar, incertidumbre y miedo, un caldo de cultivo ideal para el fanatismo irreflexivo que permite manejar a la gente como si de un rebaño se tratara. La historia nos da ejemplos de las terroríficas consecuencias de inyectar socialmente miedo sin señalar y combatir las verdaderas causas. El factor común a todos esos episodios es que han sido difundidas por las clases dominantes y que, una vez han conseguido que el pueblo los secunde, han utilizado ese estado de malestar, provocado por ellos mismos, para emprender tremendas guerras sacrificando sin ningún reparo, las vidas del pueblo que les creyó.

Apoyándose en las distópias descritas en el cine, los cómics, los juegos informatizados y la literatura, tan machaconamente divulgadas por nuestros medios de difusión, el artículo nos amenaza, si no le hacemos caso, con un mundo de miserias, individualismo y violencia. Como si esa no fuera la exacta descripción de la actual sociedad capitalista, como si los contenidos de la novela de Orwell “1984” no estuvieran implementados desde hace ya mucho tiempo. Pero, sin empacho ninguno, en ese mismo artículo nos invitan encarecidamente a conservar lo que denominan “nuestras libertades”. Al igual que anteriormente hicieran con el uso de las mascarillas, los confinamientos, las limitaciones al contacto social, las vacunas o cualquier otra disposición para contrarrestar el avance de la epidemia, en la actualidad el punto de mira se centra en un documento conocido como “pasaporte COVID”. Se trata de una medida burocrática que, en teoría, permite establecer, también teóricamente, el nivel de inmunidad del portador del pasaporte, dato fácilmente extraible a partir de los historiales que nos proporcionan en “catsalut.gencat.cat”. Sin embargo, estos pretendidos rebeldes, nos lo presentan como el paso definitivo e irrevocable hacia una realidad social que hace ya tiempo padecemos: el exhaustivo y agobiante control del estado sobre los ciudadanos. ¿Qué información puede aportar el pasaporte COVID que no pueda extraerse de la declaración de hacienda, del expediente médico, de nuestra cuenta corriente o el historial de nuestro móvil?

Nos advierten, estos agoreros del mal fario, que una vez implantado ese totalitarismo tendremos que pedir permiso para todo, pero, ¿no es eso lo que hacemos para atender cualquier necesidad o deseo en todos los momentos de nuestra actualidad? Efectivamente, a nadie se le ocurre emprender cualquier acción sin consultar previamente si el nivel de su cuenta corriente le autoriza. La discriminación en el acceso a locales, servicios, etc, se establece por los precios. El verdadero control, como siempre, es y seguirá siendo el económico. Si pretendemos esquivarlo caerán sobre nosotros toda clase de castigos. Nuestro actual sistema económico, del que derivan el cultural y el judicial, perdona antes a un asesino en serie que al desgraciado ladrón de una gallina.

¿Qué clase de gente está interesada en esos mensajes tan falaces? Es evidente que para contestar esta pregunta es necesario buscar a quien saca beneficio de la situación. A poco que indaguemos y por humildes que sean nuestras herramientas, aparecerán las grandes empresas farmacéuticas que son una de los principales fuentes del poder económico de la burguesía. Sin embargo, estas poderosas industrias, en vez de aunar esfuerzos para erradicar semejante maldición, se enredan en una encarnizada pelea por sacar el mayor beneficio de la desgracia ajena.

Cabría suponer que las necias movilizaciones de las que hablamos están pensadas para que la gente se pierda en paranoias futuristas, en vez de atacar a las verdaderas causas de lo que está ocurriendo. Efectivamente urge la movilización y la rebeldía contra las injusticias, pero contra las actuales y reales. Injusticia es que millones de personas no tengan acceso a vacunas y tratamientos adecuados. Injusticia es que la administración no aumente las dotaciones humanas y técnicas, sobrecargando de trabajo al personal sanitario y estirando hasta lo imprudente las listas de espera…

El video de marras puede visualizarse en https://www.youtube.com/watch?v=A7CMWjexJow

Fuente: Google


2 comentarios:

  1. Juanma magnifico artículo. Besos.
    carolina

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  2. Esta vez no acabo de estar de acuerdo contigo. Creo que hay buena parte del contenido del vídeo que hace falta tener en cuenta. Sin paranoias, però a tener en cuenta. Salud. Jaume.

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